martes, 28 de abril de 2009

La memoria documental: Noche y niebla de Alain Resnais




El decreto de nombre Nacht und Nebel (Night and fog, Noche y niebla), fue una iniciativa del gobierno nazi para eliminar a la oposición y a la resistencia, utilizándola como pretexto para terminar con los prisioneros de guerra, con deportación y eliminación en secreto.
Resnais elabora una verdadera obra poética a partir de un hecho siniestro.

Las verdades en Nuit et Brouillard son manejadas por el realizador de una manera sutil, ya que le permite al espectador indagar e ir descubriendo dichas verdades por sí mismo.
Su estilo principal: la metonimia. Nos muestra que detrás de una pequeña parte, un detalle, unos anteojos, un cabello, existe una historia de sufrimiento, de sumisión. Una historia de personas a las que les cambió la vida de un día para otro, de ser cotidiana a subir en un tren con sobrecupo exagerado y llegar a un campo aislado donde sus vidas serían extintas de la peor manera posible: con miedo. La incertidumbre del no saber qué sucede, quién se queda, quién se va, quién es el siguiente. Divididos de sus familias, hombres; mujeres y niños. La incertidumbre que llena de dudas y preguntas, que no se sabe si mañana seguirán existiendo en este mundo. Es el juego con la mente. Más allá, del otro lado, se encuentra el abuso físico que los generales y sus subordinados ejercían sobre los prisioneros. Resnais habla poco de lo que sucedió en el Holocausto, sin embargo dice mucho con las imágenes. Se reserva el testimonio literal, aunque en momentos oportunos aparecen imágenes fuertes de grúas empujando cuerpos sin vida como si fueran un montón de muñecos de trapo.

El punto de vista de Resnais nos brinda un poco de su percepción de lo sucedido en Alemania. Mediante un proceso lento y bien estructurado, nos va envolviendo. Si bien al inicio nos muestra un paraje solitario, una pradera, y después se adentra a los inmuebles preparados con las literas debidamente acomodadas, donde ese espacio vacío es rellenado automáticamente por la referencia mental de las personas que sufrieron ahí. Muchas veces la ausencia dice más que la presencia, y en Nuit… lo podemos observar a la perfección. Los sucesos están entrevistos desde una perspectiva por tiempos. Desde su captura, hasta los lamentables procesos por los que pasaban. Planos mostrando planchas donde los enfermos eran “atendidos”, y con un filtro para la sangre. Y es cuando nos preguntamos ¿qué cantidad habrá corrido por ese conducto?
El énfasis de Resnais por mostrar las evidencias de dolor son muy contundentes. Hay una contemplación directa de la muerte. Utiliza el rastro, el significado de la vida misma puede estar contenida en un peine. Se llega a la catarsis enseñando la muerte en cuanto a artificios que sin la historia previa no tendrían ningún significado.

Las convenciones que utiliza el realizador son voice over, uso de material de archivo, y el uso de locaciones reales. Considero que a pesar de ser pocas las convenciones utilizadas, si tomamos en cuenta que el documental nos brinda un mundo de recursos, Nuit… tiene el justo medio necesario para expresar el sentir de Resnais.

Las voces. Al principio, nos encontramos con una descripción cerrada y poco involucrada tanto de los hechos como de los lugares, Struthof, Auschwitz, Ravensbruck. Posteriormente la manera de dirigir la voz del documental cambia gradualmente y establece un diálogo con el espectador. Se va adentrando a la parte íntima, se involucra con la moral personal, y para finalizar establece una pluralidad diciendo “Nosotros”. Para ese momento, se logra que el espectador sea uno mismo con el realizador, y siente y percibe los hechos como si se los hicieran a él mismo. Es por eso que al ver los planos cerrados de los rostros nazis y escuchando “Yo no soy el responsable, yo no soy el responsable…”, considero normal que el espectador se planteé preguntas y genere indignación en él.

La manera en la que el documental va llevando al espectador hacia ese punto de comunión se debe primariamente al proceso de integración y a la estructura de las imágenes. Va mostrando realidades crudas poco a poco, tiene su clímax y después de ver montañas inmensas de cabello, de lentes, de ropa, se comprende poco a poco la verdad irrefutable que nos da el film.
El montaje es el adecuado, se toma el tiempo necesario para enseñar lo justo sin llegar a lo explícito o repetitivo, el material de archivo entra cuando es necesaria la conexión con la realidad latente y olvidar un poco la poética del film. La cámara se mueve por los interiores parecido a la entrada a un templo o iglesia. Donde todos cambiamos nuestra conducta, nos callamos y veneramos. La diferencia es que este es un templo del horror humano. Se guardan ecos de voces que fueron silenciadas hace tiempo atrás. Y esos ecos son los que nos llegan a manera de lamento.

El espacio fílmico tiene una conciencia de la importancia del vacío, pues el último refugio del ser humano es la mente. Vemos recetas, escritos, donde la gente no está físicamente, sin embargo es más latente su presencia que en cualquier otra situación. Sobrevienen recuerdos que generan memorias, y a su vez una ansiedad por la tensión de las imágenes. Nos da pauta a tener un olvido constructivo, la sanación, el efecto curativo, la esperanza de ser libres alguna vez.

Resnais se encuentra presente a cada momento del film, al ir involucrando al espectador paso por paso, más que un observador, nos comparte su mirada de lleno. El filme testimonia el dolor, revela el sufrimiento, hace analizar a cualquiera que lo vea, lo hace pensar, pero todo esto dentro de la manera poética que sólo el director puede hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario