jueves, 21 de mayo de 2009

The Thin Blue Line de Errol Morris

Morris nos presenta un caso de tipo policíaco que llama inmediatamente a nuestro sentido de investigación y de detective, ya que juega con dos papeles fundamentales, el presentar un caso curioso y plantear el "who did it?".

Las verdades son elementos como el hecho de que existe un crímen, un inocente falsamente acusado y un culpable. Una de las cuestiones remarcables del film es el uso totalmente dominado del realizador con las entrevistas. Definitivamente se caracteriza por ir sacando la verdad a flote haciendo las preguntas correctas a la gente correcta. Sin embargo, ésta vez va más allá. Los entrevistados fungen como actantes cooperando mencionando no sólo su versión del caso, sino que le agregan detalles y elementos que nos recuerdan la complejidad de vivir un caso extraño, y la misma complejidad con la que se toman las situaciones humanas. El punto de vista es un conjunto hecho por los testigos, los jueces, policías y tanto el acusado como el acusador. A su manera, cada uno habla hasta donde su contexto se lo permite, sin embargo, existen unos que hablan más que otros y nos brindan elementos clave para participar desentrañando el caso y sacando conclusiones pertinentes acerca del caso.

El reenactment del asesinato no tiene mucho trasfondo, ya que sólo se empeña en demostrar el acontecimiento per se. Sin embargo, como no se habla de cualquier suceso, Morris lo adorna en un foro, con una atmósfera del tipo film noir, un look un tanto comercial y enfocándose a veces en detalles como la malteada cayendo en cámara lenta. A su vez, explota el recurso hasta el cansancio, pues la secuencia está repetida una y otra vez, sólo que cada vez que aparece nos regala un nuevo punto de vista, un nuevo ángulo, diferente velocidad.

El tema latente es la injusticia que se vive dentro de una microsociedad oprimida en Texas, donde los testimonios dejan ver a un grupo homogéneo de personas, donde quizá todos viven ensombrecidos por una misma verdad. The thin blue line refiere a esa delgada línea que separa a la sociedad de la anarquía, un mediador que controla y mantiene en sus casillas a las personas que quisieran excederse de los límites establecidos.

Una entrevista con los realizadores acerca del documental.



Y otro elemento brillante, la música por Philip Glass.

“Titicut Follies” de Frederick Wiseman

Titicut Follies es un filme que habla de la vulnerabilidad del ser humano. De la vulnerabilidad misma, dentro de un encierro constante no sólo físico sino espiritual. Las ideas, los valores, el pasado y la vida misma se ve opacada por el control de personas que presumen tener más juicio que las que están ahí.

Se dejan ver las irregularidades dentro de un sistema, un hospital psiquiátrico donde existe el abuso, la ineptitud médica y las terribles condiciones de vida. Desde el ingreso, la administración vigila todos los detalles, "Vístete, muévete, ¿qué traes?", se les registra en una especie de dominio como si fuesen presos. Por otra parte, la personalidad de los vigilantes es aún más retorcida que de los mismos enfermos, lo vemos cuando el interrogatorio a un delincuente, o el trato del médico hacia un paciente cuando éste exige salir del lugar porque el mismo ambiente lo enferma.

Es ahora cuando retomo una de mis frases favoritas, ya mencionada en Nanook, y es "
Quis custodiet ipsos custodes?», «¿Quién vigila a los vigilantes?», pues en esta situación, los vigilantes parecieran necesitar un vigilante todavía más poderoso para castigarlos de la misma manera en la que ellos lo hacen. La vulnerabilidad antes mencionada se ve reforzada con el uso de la música por ciertos personajes, como si fuese una salida a ese mundo que habitan, es un escape de la realidad, y se hace un dueto a placer.

La cámara es observacional, las situaciones se desarrollan enfrente de ella y surgen situaciones espontáneas, sin embargo no participa, sólo cumple con la función documentalista. Que no nos sorprenda mirar escenas que a cualquiera le pudiesen causar indignación como el dude en su celda, recibiendo órdenes y demostrando sus más bajos instintos cómo si fuera un perro rabioso encerrado. A su vez, no podemos decir que el actante está del todo conciente de la presencia de la cámara. Simplemente se desenvuelven tal cuales son, lo que hace aún más fiel la figura real de los personajes. Tiene un trabajo de edición notable, ya que podemos ver muchas situaciones desarrollándose simultáneamente, unas que son muy crueles y fuertes para el espectador, y otras que sirven como catalizadores, que presenta escenas más digeribles, que causan hasta gracia.

Adina Pintilie presenta en 2008 el documental "Don't get me wrong", que tiene un tema similar del que aborda Wiseman, en una institución psiquiátrica donde el énfasis no está enfocado a la negligencia médica, sino a los internos y su compulsivo comportamiento.



“Indoctrination” de Harun Farocki



"A game with a very serious message."


El film nos muestra un curso de capacitación para ejecutivos y gerentes de medio nivel, que buscan superarse en cuanto a sus técnicas de expresión enfocado a los negocios. Hasta este punto pareciera un video común de entrepreneurialism, y la manera de dirigirse a un público, un skill difícil de evitar si se labora enfocándose a las personas y al trato. Sin embargo, la relación que establece el entrenador con el alumno, a pesar de tratarse de personas de edad adulta, es de sumisión. Les expresa todo tipo de cosas, críticas que parecieran constructivas sin embargo son observaciones fuertes, incisivas, y los alumnos atienden siguiendo la corriente a pesar de ser humillados de una manera muy sutil.

En mi opinión el realizador busca enfatizar el control que puede tener un líder dentro del campo social, cultural y laboral. Al principio, pareciera un inocente seminario de autosuperación, sin embargo al paso de varios días, la ideología del mundo de las apariencias se va apoderando de los alumnos, misma que es inculcada por los maestros. Y sobre todo, algo increíble, van cambiando la forma misma de pensar de cada uno. La influencia es tal, que los preparan para un mundo de negocios burdo, donde sólo la forma de expresión importa, el vender, aparentar y saber cómo manipular a los demás.

En cuanto a la realización, me gusta el contexto bajo el que es presentado el documental, ya que dentro de una atmósfera de superación, de positivismo, se cosecha una manipulación de los individuos tal, que llegan a perder su identidad en escasos 5 días. La cámara es observacional, en ningún momento el realizador se involucra, (hablando extrínsecamente), pues puedo adivinar que según su propio objetivo, el espectador debiese notar por si mismo la evidente transformación paulatina de los alumnos. Existen varias cámaras, de menos dos, documentando el proceso, lo cual facilita el entendimiento por la coherencia de los contracampos correspondientes. En este caso, los actantes se saben observados pues se encuentran bajo una especie de experimento, quizá por ello y la presencia latente de la cámara (en un aspecto serio), no llegan a demostrar catarsis alguna, se muestran pasivos, como si ellos mismos supieran de que va la situación y no quisieran hacer algo por cambiarla.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Salesman. Albert Maysles y David Maysles.

"I'm sick and tired of being sick and tired..."


La verdad: El documental muestra la experiencia de un hombre a punto del fracaso profesional.
A través de cuatro vendedores, "The Badger" Brennan, Charles "The Gipper" McDevitt,
James "The Rabbit" Baker, y Raymond "The Bull" Martos, Jean Rouch nos muestra las vicisitudes de la venta del que llaman el aún "Best Seller del Mundo": La Biblia.

La posición de los realizadores es de una imagen fantasma, nunca los vemos, se mantienen detrás de la cámara, sin embargo la influencia que ejercen sobre el montaje es evidente, ya que no es gratuito el tono nostálgico que le imprimen, pero desde una mirada humorística a veces y un tanto irónica. Por su parte, el montaje es la base del film, ya que nos da una atmósfera general tanto de la visión de los personajes, como de la visión arquitectónica que los rodea. Pareciera que el documental está hecho a dos cámaras por la inclusión de los contracampos coherentes y sin parecer re-enactment.

El documental tiene sus momentos de gloria, entre los que destacaría el momento surrealista cuando uno de los vendedores se pierde entre las calles y comienza a decir "Ali Baba", "Sinbad", es el mismo Rouch que menciona que es la cámara la que provoca dichos momentos, sacados de la cotidianidad y nos demuestra la verdadera vulnerabilidad del ser. Se demuestra a su vez la tragedia del personaje, se siente atrapado y lo demuestra con comentarios descontextualizados, frases mentales como si hablase para sí mismo... "I wish I was a rich man", y mientras canta, mantiene ese diálogo interno. Creo que es un buen logro de Brennan, pues es el único personaje que demuestra dicha introspección, y a su vez nos muestra que tiene una conciencia total de su situación.

El documental juega con lo que sucede. Como sabemos que la realidad tiene matices infinitos, lo concebimos dentro de lo existente, cuestión que no sucede con la ficción. Es por eso que Rouch va envolviendo poco a poco al espectador, dejando una sensación de compasión ajena, tanto de los vendedores por la gente que no desea comprar las biblias, como los clientes que son presionados aún a pesar de sus crisis existenciales, como es el caso de la mujer polaca.