sábado, 20 de junio de 2009

Capturing the friedmans de Andrew Jarecki




Este es un tipo de documental que podría comparar en base a su estructura con Les Maitres Fous, de Jean Rouch. Comenzando con un retrato familiar, bastante apacible, cuando de pronto se presenta la problemática principal, la pederastía. Pero no es solamente el hecho de que Arnold Friedman y su hijo Jesse se sintieran atraídos por los infantes, o el hecho de haber abusado sexualmente de ellos, inducido a juegos dentro de su propia casa. Es el hecho de que un destape de esta magnitud ante los medios de comunicación por lo serio del caso desmoronase rápidamente una familia entera.

A través de material de archivo proporcionado por la misma familia Friedman, el realizador juega con el espectador entre los límites del bien y del mal, de lo cierto y de lo falso, de la culpa y la inocencia. Desde los primeros momentos Friedman padre ya es catalogado ante cualquier espectador como un sucio abusador que le gusta mirar pornografía infantil y abusa de sus alumnos particulares. Sin embargo, poco a poco, delucidando entre historia familiar y social, podemos comprender varios factores que hacen que Friedman se comportara de dicha manera. Todo apunta hacia un desorden emocional que proviene de la infancia. Old story. Todos los desordenes buscan ser explicados por traumas infantiles, pero por más que se buscara una explicación, en el film no se presentan pruebas irrefutables de que aquello fuera cierto. Los testimonios son vagos, le dan rodeos a la situación, y se complementa con entrevistas de expertos, cuerpos de la policía, familiares, y gente cercana a los Friedman. Una figura bastante desconcertante es uno de los testimonios de uno de los alumnos, donde se le ilumina a contraluz en una especie de pose provocativa que denota un tanto la enfermedad del tema.

Una cuestión que considero remarcable del film es el material tomado por el mismo Jesse. La cámara no sólo es participativa, sino que es la raíz neta de la razón de ser del documental. Pocas veces se enfrenta el espectador ante situaciones tan incómodas en pantalla. El feeling familiar, las horas de espera y las noches sin dormir pensando en que al siguiente día debe declarar en su contra para obtener una condena menor, simplemente transmiten una sensación de vaciedad, de desesperanza y de hastío. Sin embargo creo que el videohome cumple con su cometido, el público se va sensibilizando poco a poco con la situación familiar y principalmente con la figura de Jesse, mismo con el que termina el documental reencontrándose con su madre después de varios años de cárcel.

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