jueves, 21 de mayo de 2009

“Titicut Follies” de Frederick Wiseman

Titicut Follies es un filme que habla de la vulnerabilidad del ser humano. De la vulnerabilidad misma, dentro de un encierro constante no sólo físico sino espiritual. Las ideas, los valores, el pasado y la vida misma se ve opacada por el control de personas que presumen tener más juicio que las que están ahí.

Se dejan ver las irregularidades dentro de un sistema, un hospital psiquiátrico donde existe el abuso, la ineptitud médica y las terribles condiciones de vida. Desde el ingreso, la administración vigila todos los detalles, "Vístete, muévete, ¿qué traes?", se les registra en una especie de dominio como si fuesen presos. Por otra parte, la personalidad de los vigilantes es aún más retorcida que de los mismos enfermos, lo vemos cuando el interrogatorio a un delincuente, o el trato del médico hacia un paciente cuando éste exige salir del lugar porque el mismo ambiente lo enferma.

Es ahora cuando retomo una de mis frases favoritas, ya mencionada en Nanook, y es "
Quis custodiet ipsos custodes?», «¿Quién vigila a los vigilantes?», pues en esta situación, los vigilantes parecieran necesitar un vigilante todavía más poderoso para castigarlos de la misma manera en la que ellos lo hacen. La vulnerabilidad antes mencionada se ve reforzada con el uso de la música por ciertos personajes, como si fuese una salida a ese mundo que habitan, es un escape de la realidad, y se hace un dueto a placer.

La cámara es observacional, las situaciones se desarrollan enfrente de ella y surgen situaciones espontáneas, sin embargo no participa, sólo cumple con la función documentalista. Que no nos sorprenda mirar escenas que a cualquiera le pudiesen causar indignación como el dude en su celda, recibiendo órdenes y demostrando sus más bajos instintos cómo si fuera un perro rabioso encerrado. A su vez, no podemos decir que el actante está del todo conciente de la presencia de la cámara. Simplemente se desenvuelven tal cuales son, lo que hace aún más fiel la figura real de los personajes. Tiene un trabajo de edición notable, ya que podemos ver muchas situaciones desarrollándose simultáneamente, unas que son muy crueles y fuertes para el espectador, y otras que sirven como catalizadores, que presenta escenas más digeribles, que causan hasta gracia.

Adina Pintilie presenta en 2008 el documental "Don't get me wrong", que tiene un tema similar del que aborda Wiseman, en una institución psiquiátrica donde el énfasis no está enfocado a la negligencia médica, sino a los internos y su compulsivo comportamiento.



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